Nina M.
Carrillo Corujo
Me llamo Nina M. Carrillo Corujo, fundadora de Marlyn & Nuances, y cuento con una maestría en Traducción Audiovisual de la Universidad a Distancia de Madrid, en colaboración con el Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Traducción. Además, poseo un título en Lenguas y Literatura Extranjeras, con especialización en Estudios Hispánicos y Diversidad en la Adquisición de Segundas Lenguas, por East Carolina University, donde participé en programas internacionales. Formé parte de una investigación sobre la adquisición de segundas lenguas y el análisis de artefactos culturales, cuyos resultados fueron presentados en una conferencia internacional en Antigua, Guatemala.
Soy nieta de Luis Corujo y ahijada de Gustavo Corujo, a quien siempre llamé “padrino”. Tuve el privilegio de compartir muchos años con ambos, quienes fueron figuras clave en mi vida. Ellos me proporcionaron enseñanzas valiosas, las cuales siguen siendo esenciales en mi crecimiento personal y profesional.
La partida de mi padrino, hace ya seis años, marcó un antes y un después en mi vida. A pesar de que el tiempo ha pasado, su ausencia sigue siendo una presencia constante, y aún hay momentos en los que parece irreal. A lo largo de nuestras conversaciones, él siempre destacó la importancia de cultivar el amor propio. Me recordaba constantemente que la autovaloración y la confianza en uno mismo eran claves para no conformarse con menos de lo que realmente merecemos. Estas lecciones, que me repetía con firmeza, se han quedado grabadas en mi vida y siguen siendo una guía fundamental en mi crecimiento.
Uno de nuestros planes más esperados era saltar en paracaídas para celebrar mis 16 años. Aunque ese deseo no se concretó, he tenido la oportunidad de hacerlo en su honor en tres ocasiones, recordando su legado y lo que aprendí de él.
El duelo por su partida ha sido profundamente desafiante, pero más difícil ha sido el largo proceso legal que ha seguido. Esta experiencia ha prolongado una situación que debería haberse resuelto hace años, afectando mi bienestar emocional y alterando mis relaciones familiares. A mis 24 años, aún sigo esperando lo que por derecho me corresponde, y el tiempo de incertidumbre no ha sido fácil de llevar.
A lo largo de este proceso, he encontrado apoyo en la espiritualidad y en terapias de duelo, que me han permitido avanzar y encontrar algo de paz. Sin embargo, he comprendido algo fundamental: el camino del duelo no debería recorrerse en soledad.
Por ello, junto a Lissette Corujo y Leslie Ann Hernández, decidimos crear esta fundación. Nuestra misión es ofrecer información, orientación y apoyo a aquellos que atraviesan procesos sucesorios complicados, para que el dolor de una pérdida no se vea multiplicado por la incertidumbre ni la falta de apoyo. Perder a un ser querido es, de por sí, una de las pruebas más difíciles de la vida. Nadie debería, además, perder su paz ni sus relaciones familiares debido a un proceso que debería ser transparente y accesible.
